La mayoría de las historias de
Stephen King se desarrollan en pequeñas ciudades del estado de Maine, donde el
mal permanece oculto entre las sombras hasta que es despertado por la imprudencia
de alguno de sus personajes. Muchas de estas ciudades las vemos repetidas en
multitud de sus novelas. Tal es el caso de Castle Rock (en las que se sitúan historias
como La tienda, Cujo o la zona muerta)
o Derry (It, El cazador de sueños,
Insomnia). Esta circunstancia constituye una costumbre muy común en muchos
escritores (por ejemplo mis cuatro novelas están situadas en la isla de
Mallorca), pues el tener un conocimiento más personal y auténtico de la
localización, donde transcurren los hechos, dota a la novela de un mayor realismo.
Sin embargo, una de las
particularidades que más atrae a los asiduos lectores del maestro del terror es
la conexión existente entre todas sus novelas. Se han creado multitud de teorías
sobre este hecho, hasta el punto de que incluso podemos encontrarnos con varios
mapas que describen, con una exactitud rigurosa, las interconexiones existentes
en lo que se ha venido a denominar el
multiverso King. En mi humilde opinión, encuentro alguna de ellas exageradas
e incluso me atrevería a decir que sorprenderían al mismísimo Stephen King, que,
conociendo su sentido del humor, daría las gracias por hacerle ver algo de lo que
ni el mismo se había percatado.
Todo esto viene a colación de que
actualmente estoy releyendo la que es considerada por muchos como la mejor
colección de relatos cortos escrita por Stephen King: El umbral de la noche (1.978). En ella nos encontramos con el
relato “El misterio del gusano” (escrito
en forma de diario al más puro estilo de Drácula y que se
desarrolla en Jerusalem’s Lot, más conocido por Ben Mears como Salem’s Lot).
Casi en la parte final nos
encontramos con el siguiente párrafo:
Él vive todavía en
algún lugar de los tortuosos y oscuros recovecos que se enroscan debajo de
Jerusalem’s Lot y Chapelwaite… y Eso
todavía vive. Al quemar el libro se frustraron los planes de Eso, pero hay otros ejemplares.
Estas palabras me hicieron pensar
que posiblemente Stephen King ya tuviera en mente al personaje de la que yo
considero la mejor obra del maestro: IT (Eso).
Si no es así, posiblemente yo
mismo esté sucumbiendo a la maldición que se cierne sobre los asiduos lectores
de sus novelas, viendo cosas donde no las hay, llenando mi mente de
pensamientos que me arrastran hasta lo más profundo del oscuro abismo, donde
todos flotan, y en el que me sumerjo irremediablemente con cada maldita palabra
escrita por su infernal pluma.
En tal caso estoy perdido… pues
no puedo dejar de leer.
J.R
Frau Castro
25 Octubre 1968 – ¿¿ 06 Mayo 2020 ??
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