viernes, 29 de diciembre de 2023

Otra vuelta de tuerca

 

Título: Otra vuelta de tuerca

Autor: Henry James

Año: 1.898

Editorial: Unidad Editorial S.A  / 1.999 (Colección Milenium)

Páginas: 119

Género: Terror

Días de lectura: 7

 

Otra vuelta de tuerca (The turn of the screw) fue escrita por Henry James en el año 1.898. Esta novela, escrita en los albores del siglo XX, se puede considerar una obra maestra del género de terror que deja atrás la corriente literaria del realismo, tan característica de la segunda mitad del siglo XIX, para adentrarse en el nuevo movimiento modernista, que tuvo su apogeo en la primera mitad del siglo XX. Esto lo observamos en la medida en que Henry James utiliza mucho menos las descripciones realistas y deja que sea el lector el que analice por cuenta propia, no solo a los personajes, sino también la veracidad de los hechos que se narran.

    De Henry James podemos comentar que fue un escritor nacido en Estados unidos pero que pasó la mayor parte de su vida en Europa. Al final de su vida, un año antes de morir en 1.916, se nacionalizó británico, como protesta por la no-intervención de EEUU en la primera guerra mundial contra el imperialismo Alemán. Entre sus obras cabe destacar El americano (1.877), Retrato de una dama (1.881), Las bostonianas (1.886) o la que nos ocupa Otra vuelta de tuerca (1.898).


La trama principal de la novela gira en torno a una institutriz que es contratada para cuidar a unos niños, Miles y Flora, que viven en una antigua mansión. Una vez instalada, nota las presencias de un hombre y una mujer ajenas al personal de la casa. Después de hablar con Mis Grose, el ama de llaves, llega a la conclusión de que dichas presencias pertenecen a los fantasmas de Peter Quint, que fue criado y ayuda de cámara del amo de la casa, y de la señorita Jessel,  anterior institutriz que se ocupaba de los niños. Viendo la influencia que los entes pretenden ejercer sobre los niños, la institutriz decide protegerlos a toda costa. Pero, ¿será real la visión fantasmal que parece acosarla o solo será producto de su perturbada imaginación?


    Con esta pregunta destacamos una de las características principales de la novela: La ambigüedad de la historia. Y esto es así porque la novela está narrada en primera persona a través de un manuscrito que la misma institutriz, de la cual desconocemos su nombre, redactó a su buen amigo el Sr. Douglas, que es quien realmente nos relata los hechos mediante la lectura del mismo. De esta manera, todo lo que se nos cuenta está sometido a la interpretación que la institutriz realiza de lo que ella ve o siente durante su instancia en la mansión de Bly, convirtiendo la veracidad de los hechos en algo personal. De igual manera, Henry James deja que sea el lector el que tome partido a favor de la institutriz o no, puesto que en ningún momento aclara la situación.


El hecho de que podamos sospechar que todo está en la imaginación de la institutriz reside en su propia personalidad, ya que se nos presenta como alguien frágil, inestable, con una mentalidad manipulable y una continua obsesión que se materializa en la obligación de proteger a los niños ante cualquier peligro. Un ejemplo de la inseguridad del personaje lo podemos ver en la continua aprobación que precisa por parte de la señora Grose y de los niños de que todo lo que ella está presenciando no se corresponde a una creación absurda de su mente, sino a una evidente trasgresión del mundo espiritual dentro de la realidad. Sin embargo, el hecho de que solo ella presencie las fantasmales apariciones, que nunca antes a su llegada se habían producido, nos hace poner en duda la racionalidad de sus pensamientos.

Aparte de la institutriz, podemos destacar los personajes de Miss Grose, el ama de llaves, que Henry james describe perfectamente en el siguiente texto como una persona recta, consecuente con sus obligaciones y de espíritu firme:

«Así es como la veo todavía, así es como mejor la recuerdo: frente a las llamas en su silla de respaldo recto, en aquella habitación en la semipenumbra del atardecer, una gran imagen de «las cosas en su sitio», de cajones cerrados con llave e imperturbable descanso».

Por último tenemos los personajes de Miles y Flora, los niños a cargo de la institutriz. Si bien Flora se comporta de una manera inocente, no ocurre lo mismo con Miles, que ha sido expulsado del colegio donde estaba interno. Las causas de tal suceso no quedan aclaradas en un principio y es una vez más la incertidumbre de lo ocurrido la que nos acompaña a lo largo de la historia. En un principio, ambos son vistos como dos dulces querubines, cuya inocencia y buena educación los convierten en niños de conducta intachable. Miles, aun habiendo sido expulsado, es excusado de tal hecho por la institutriz a través de su comportamiento ejemplar:



«Mi conclusión fue la de su total inocencia en el asunto: era un niño demasiado espléndido y bueno para el pequeño, horrible y sucio mundo de la escuela… Si hubiera cometido algo malo hubiera sido atrapado, y yo lo hubiera sabido de rebote, hubiera hallado las huellas, hubiera hallado la herida y el deshonor. No podía reconstruir nada en absoluto, y en consecuencia era un ángel.»


Posteriormente, esta actitud hacia los niños cambia por completo al verse aislada en su obsesiva cruzada por demostrar, incluso a ella misma, que las visiones fantasmales que presencia son reales y no simplemente una invención de su subconsciente. Y así nos lo hace saber al sentirse traicionada por Flora, por no apoyarla y admitir que ella también puede percibir los espectros de Peter y Jessel:

«Flora seguía mirándome con su pequeña máscara de reproche, y en aquel mismo instante le recé a Dios para que me perdonara por creer ver que su incomparable belleza infantil había sufrido un brusco cambio, se había desvanecido por completo. Ya lo he dicho: era literalmente, era odiosamente horrorosa; se había convertido en vulgar, casi fea»

Y es esa obcecación por demostrar que ella está en posesión de la verdad lo que ocasiona la tragedia final.

La novela no es muy extensa y el ritmo de los acontecimientos es relativamente fluido, no deteniéndose en banalidades innecesarias. Por otro lado, el diálogo y la narración se complementan a la perfección, a la vez que las descripciones se ajustan a las necesidades del relato. Todo ello hace que la lectura se desarrolle de manera fácil y continua.

Otra vuelta de tuerca marcó un hito y un comienzo en la literatura de terror psicológico, siendo considerada en la actualidad como una de las mejores novelas de fantasmas y de lectura obligada dentro del género.

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