domingo, 4 de abril de 2021

Hipótesis sobre los fantasmas y la cuarta dimensión.

    Desde tiempos inmemoriales, la literatura de terror se ha nutrido de uno de las figuras más usuales en este tipo de historias: Los fantasmas. Cuando se hablaba de la presencia de estos seres incorpóreos dentro de nuestra realidad, se solía pensar en la visita de algún alma atormentada que no había encontrado descanso después de la muerte y que, casi siempre, regresaba a este mundo en busca de venganza. 

    Este tipo de historias tiene su mayor exponente en la literatura gótica que nació en la segunda mitad de siglo XVIII y que comenzó su andadura con Horace Walpole y su novela El castillo de OtrantoFue en el siglo XIX cuando vivió un renacimiento con autores como Edgard Allan Poe, Mary Shelley, Lord Byron o el mismísimo Bram Stoker con su novela Drácula. 

    Por otro lado, no es hasta principios del siglo XX, allá por 1920, cuando podemos situar el nacimiento de la novela de ciencia ficción. Este género relata acontecimientos que se desarrollan dentro de un marco imaginario que está casi siempre fundamentado en un avance científico del que la humanidad todavía carece, embarcándose en aventuras interestelares, mundos fantásticos, viajes en el tiempo o dimensiones desconocidas.

    Y es en este punto donde yo siempre me he cuestionado que relación podría existir entre los fantasmas de la literatura gótica y la teoría que habla sobre dimensiones desconocidas que escapan a nuestros sentidos.

    Aquí voy a quitarme el atuendo de escritor de historias y voy a ponerme la bata de científico. Uno de los puntos que la ciencia ha intentado demostrar durante décadas es la coexistencia de otras dimensiones dentro de nuestro espacio-temporal. Nosotros nos movemos en un espacio de tres dimensiones; de norte a sur, de este a oeste y de arriba a abajo. Todo lo que ocurra en esas tres dimensiones será captado por nuestros sentidos y es ahí donde termina nuestra percepción de la realidad. Todo lo que ocurra en dimensiones más altas no podrá ser captado por nuestro sistema sensorial.

    Resulta muy difícil para nosotros pensar en la existencia de dimensiones espaciales más allá de la tercera. Nuestra mente no es capaz de imaginar hacía donde apuntaría una nueva dimensión en la realidad que nos rodea, por lo que tendemos a cuestionar que haya otras dimensiones más allá de la tercera. Sin embargo los científicos han postulado la existencia de hasta nueve dimensiones con la teoría de cuerdas.

    Para entender un poco mejor el concepto de nuestro espacio-temporal, imaginemos por un momento que vivimos en un plano de dos dimensiones; como por ejemplo una hoja de papel infinitamente fina. Podríamos percibir todo lo que ocurriera en ella de norte a sur, de este a oeste y nada más. En ese mundo de papel no existe la tercera dimensión arriba y abajo. Ahora supongamos que un cubo de tres dimensiones atraviesa nuestro mundo de papel. Solo podríamos percibir el plano de ese cubo que estuviera a ras de la hoja, porque nuestros sentidos no nos permitirían detectar el resto de arriba abajo. Sin embargo el cubo está ahí, existe en una realidad dimensional que no está en nuestro mundo del papel. Pues de la misma manera, nosotros no podemos percibir nada que esté más allá de la tercera dimensión, lo que no quiere decir que no esté ahí.

    La pregunta ahora es ¿Cómo nos manifestamos los seres que vivimos en un mundo de tres dimensiones dentro de un plano de dos dimensiones? ¿Cómo bajamos un estrato en la escala dimensional? Pues una respuesta sería utilizando un elemento que siempre ha estado ligado a la existencia del ser humano: La luz.  ¿Qué ocurre cuando la luz impacta sobre nosotros? Pues simplemente que creamos una imagen oscura que se proyecta en una superficie de dos dimensiones. Una sombra es plana, no tiene volumen. ¿Y qué pensarían los seres del mundo de papel cuando vieran nuestra sombra proyectada sobre su espacio? Pues simplemente especularían sobre algo que no entienden, creando cientos de teorías e hipótesis que estarían más dentro del plano de su ciencia ficción que no de su propia realidad. 

    Si pudiéramos colocar un haz de luz dentro de ese plano de dos dimensiones y lo proyectáramos sobre una figura geométrica cualquiera, por ejemplo un cuadrado, dibujado dentro de ese mundo de papel ¿Cuál sería su proyección?  Pues simplemente una recta. ¿Y qué es una recta? Una figura de una única dimensión. En una recta solo podemos desplazarnos de un lado a otro y nada más. 

    De esta manera podemos deducir que la luz nos permite crear el reflejo de una realidad existente en nuestra dimensión dentro un estrato dimensional con una escala inferior. La luz proyectada en un cuerpo de tres dimensiones crea una sombra de dos dimensiones y si la proyectamos en una figura de dos dimensiones dentro de su plano (el cuadrado), crea una figura de una única dimensión (la recta).

    Y ahora viene la pregunta que todos os habéis estado haciendo: Entonces ¿Qué crearía la proyección de la luz en un ser u objeto existente en la cuarta dimensión dentro de nuestro mundo de tres dimensiones? ¡Exacto!, crearía una sobra de tres dimensiones

    Y aquí es donde quería llegar. ¿Qué ocurre cuando observamos tal fenómeno en nuestro mundo? Pues especulamos con teorías e hipótesis, igual que lo hacen los habitantes del mundo de papel al observar nuestra sombra sobre su plano. Y ahora vienen un sinfín de preguntas.

    ¿Son esas sombras en tres dimensiones, que nosotros llamamos fantasmas, reflejos de la existencia de seres que viven en otra dimensión? ¿Quiénes son esos seres que viven en esa otra dimensión? ¿Es posible que tras la muerte, y tal como nos lo explican todas la religiones, nuestra alma emigre a esa supuesta cuarta dimensión desde la que a veces nos manifestamos como espectros?, y si es así  ¿Es esa cuarta dimensión el paraíso prometido después de la muerte? ¿Pueden esos seres que viven en la cuarta dimensión ver lo que hacemos sin que nosotros los veamos a ellos, al igual que nosotros podemos ver el mundo de dos dimensiones sin que sus habitantes tengan conocimiento de nuestra existencia? La afirmación de esta última pregunta me causa verdadero horror. Quizá por eso, a veces, tenemos la sensación que alguien nos observa sin que nos demos cuenta.

    Para terminar, solo quiero decir que todo lo que aquí he contado es simplemente la reflexión de un contador de historias con una mente muy imaginativa. Nada de lo que he expuesto tiene una base científica que lo avale y, por lo tanto, no debe tomarse como algo real o posible.

    ¿O tal vez sí?



                                                                                                    J.R. Frau Castro

                                                                                                    Marzo de 2.021. 


    

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