Todavía recuerdo aquella tarde de sábado con total claridad, y eso que han pasado más de treinta años. Me encontraba en una época en la que no salía con los amigos, todavía no había conocido a la que hoy es mi compañera en la vida y mi mente no paraba de darle vueltas a las posibilidades de un futuro que no tenía nada claro. Quizá uno piense que se encuentra en uno de esos momentos en los que necesita estar solo, pero ese no era mi caso. No quería a la soledad como compañera ni a la pena como sentimiento único y constante, pero ambas parecían haberse adherido a mi vida como lapas.
Recuerdo a mi madre preguntarme ¿Qué haces todo el día encerrado en casa? ¿Por qué no sales a dar una vuelta? Entonces, tumbado en el sofá, me giraba dándole la espalda con un gruñido, porque la verdad es que no sabía que contestarle. Simplemente me encontraba así y punto. Intentaba conciliar el sueño para que el tiempo pasara más rápido en mi vida, pero creo que Morpheo también me había dejado de lado.
Como un zombie, que se mueve por impulsos, decidí levantarme y salir a la calle para despejarme un poco. Me subí al autobús número tres y me bajé en Palma. Estuve andando sin rumbo fijo, deambulando por las calles, observando a gente que no conocía y que seguro que no se encontraban en la misma situación que yo; más que nada lo digo por sus risas, sus conversaciones o por como se besaban algunas parejas.
Como un zombie, que se mueve por impulsos, decidí levantarme y salir a la calle para despejarme un poco. Me subí al autobús número tres y me bajé en Palma. Estuve andando sin rumbo fijo, deambulando por las calles, observando a gente que no conocía y que seguro que no se encontraban en la misma situación que yo; más que nada lo digo por sus risas, sus conversaciones o por como se besaban algunas parejas.
Paseando llegué a la calle Jaime III, dónde por entonces se encontraba el centro comercial, ahora desaparecido, Galerías Preciados (actualmente el Corte Inglés). Entré dentro y me dirigí a la sección de música.
No sé si fue el destino o la casualidad, pero allí estaba, frente a mí. En la portada del disco solo se veía un pantalón negro y unos calcetines brillantes que me llamaron poderosamente la atención. Le di la vuelta y pude leer el título en la portada: "Off te Wall".
Hasta aquel momento, todo lo que conocía de Michael Jackson era su álbum "Thriller", y creo que la mayoría de la gente también. Sin embargo en aquel vinilo se encontraban composiciones como "D'ont stop till you get enough", "Rock with you" o la balada "She's out of my life" que pasarían a formar parte de la banda sonora de mi vida.
El resultado es que encontrar aquel disco causó en mí una pequeña sensación positiva y me sorprendí a mí mismo sonriendo, tal como lo hacían aquellos desconocidos que escasos momentos antes había visto en la calle.
Como no hay dos sin tres me acerqué a la sección de librería y, tras observar varías portadas, me fijé en unos poderosos ojos amarillos que me observaban desde la irrealidad plana del papel. En letras grandes destacaba el nombre de su autor "Stephen King".
No había leído nada sobre él hasta ese momento, pero si que había visto las películas de "Carrie", "El resplandor", "La zona muerta" y creo que "Christine". Sin dudarlo lo cogí de la estantería y en ese momento aquel atisbo de sensación positiva que había tenido se amplió. Corrí, literalmente, hasta la caja y pagué mis dos adquisiciones.
Mientras volvía a casa en el autobús, solo pensaba en poder escuchar aquel disco y comenzar a leer aquel libro. Quería que el tiempo pasara rápido otra vez, pero por motivos muy diferentes a los de antes; ansiaba llegar a casa. Solo esperaba que ninguno de mis hermanos estuviera ocupando la cadena de música.
Recuerdo que, nada más llegar, saqué el disco y lo coloqué en el plato giratorio. Aún puedo recordar el sonido chispeante y vibratorio en los altavoces, al colocar la aguja sobre la primera pista. Mi hermana Loli se acercó y me dijo
-¡Es Michael Jackson!
- Sí -le contesté-. ¡Y mira!, me he comprado también un libro de Stephen King.
-¡Estás contento! ¿eh?
Aquellas palabras hicieron que me parara a pensar en ello. ¿Estaba contento? La respuesta era SÍ, lo estaba.
Aquel día encontré la salida a mi soledad en la música y la lectura (ni que decir que aquella noche comencé el libro y lo acabé al día siguiente). Desde aquel momento, Michel y Stephen pasaron a formar parte de mi vida y lo seguirán siendo hasta el último de mis días; de ello pueden dar fe mis hermanos, que tuvieron que tragar Michael para rato y suerte que los libros se leen en silencio.
Con ello quiero decir que siempre hay algo en la vida que puede llenar ese vacío que ocupa la soledad, pero para encontrarlo tienes que salir a buscarlo. Las cosas buenas de la vida están esperándote ahí fuera, ellas no van a venir a buscarte a casa.
Para mí, lo que en un principio parecía un día gris y poco alentador, se convirtió en uno de esos días que se te quedan grabados a fuego en la memoria.
Ah,! para redondear el día, el Barcelona FC ganó aquella tarde. En las entrañas del Club ya se estaba fraguando la leyenda que más tarde se conocería como "El DreamTeam".
No hay comentarios:
Publicar un comentario